La portada es el parto, el nacimiento; el título es tu nombre; las páginas la vida, que pueden ser muchas vidas y muchas páginas, o pocas páginas y mal vividas; la contraportada te cierra, se acaba lo que tuviste, lo que creíste que era tuyo. El libro es una vida, pero no como la nuestra.
Si olvidé algo, busco en las páginas anteriores; si disfruté con aquellas líneas especiales, vuelvo a ellas y las releo, relamiéndome. Si pasaron los años, puedo volver a aquel libro que se pegó a mi alma juvenil, y ahora lo vuelvo a leer y encuentro otras mil cosas que no supe entender entonces o que me pasaron desapercibidas.
Un libro es una vida, pero inmortal. Puedes leerlo tú y todos cuantos lo deseen. Ayer, hoy o mañana, siempre estará disponible, para ti y para otros.
Un libro es una vida que podemos compartir.
Así que este verano disfruta de la vida, disfruta de la lectura, disfruta de los libros.
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